Sin mezquindades, sin vanidades, sin egoísmos...
No importa quiénes somos, dónde estemos, cómo pensemos. Hoy el Perú nos necesita a todos, sin distinciones, sin mezquindades, sin vanidades, sin egoísmos.
Y decimos el Perú, porque el daño que dejó el terremoto del miércoles va más allá del dolor que hoy sienten nuestros hermanos de Ica, el departamento más afectado. Si la indiferencia gana, perderemos la oportunidad de demostrarnos a nosotros mismos y a nuestros herederos que somos más que una nacionalidad escrita en un documento.
Si Machu Picchu nos elevó a la categoría de maravilla, si la gastronomía es embajadora en el mundo, hoy tiene que hacernos henchir el pecho la capacidad de movilizarnos y ayudar a quienes piden una mano fraterna.
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